El Yoga llegó a Ana estando en Australia, donde hizo un voluntariado en un espacio para retiros de Yoga que había fundado una mujer de la India llamada Swami Sarasvati. Lo recuerda como uno de los momentos más felices de su vida. Al dejar Australia estuvo unas semanas en la India y se impregnó de la filosofía hindú. Una vez regresó a Barcelona, continuó en el camino que el Yoga iba mostrándole a través de incorporarlo en su día a día y en cada vez más ámbitos de su vida.
Ahora es profesora de Hatha Vinyasa y una eterna aprendiz. Cree y vee en la filosofía del Yoga una manera de vivir de una forma más consciente y plena, siendo conocedores de la luz que ya reside en nosotros pero que se ha ido nublando hasta desconocerla por completo y sentir la necesidad de buscarla fuera. El Yoga es, para ella, el regreso a uno mismo, a la esencia, y ha encontrado su propósito en poder acercar a la gente a esta manera de entender la vida y así encontrar el camino de vuelta.
