4 años antes de entrar al equipo, Inés descubrió el yoga por «casualidad», aunque cada vez duda más que fuera azar. Su práctica inicial fue muy variable, pero la ayudó a sentir que podía superarse y ser constante, además de a establecer una relación más sana con su cuerpo y mente. Poco a poco fue más regular en la práctica y en un momento de cierto caos personal decidió iniciar nuestra formación de yoga para la inclusión. Por su profesión y vocación, enfermera de cuidados paliativos pediátricos, siempre ha tenido especial vinculación con las personas con algún tipo de discapacidad. Gracias a esta formación descubrió en el yoga aquello que le hacía conectar con su propósito vital, de pronto todo encajaba…
Entender que el yoga es para todas las personas fue clave, así que se planteó cómo podría colaborar en que personas con enfermedades graves y/o discapacidad pudiesen acceder también a los beneficios del yoga. Comprendió que la formación era imprescindible para poder desarrollar su propósito, así que decidió realizar la formación de 200h para profundizar en su práctica y comprenderla mejor. A esta formación siguieron las de yoga y embarazo y yoga para la infancia.
Inés sigue en el camino, convencida de que el trabajo personal y la autopráctica son grandes maestras. Sin embargo, tras haber podido compartir el yoga con colectivos de niños y niñas con necesidades paliativas y con mujeres con discapacidad, ve que de donde más aprende es de cambiar la perspectiva y ver el mundo y el yoga con otros ojos, adaptándolo siempre para que sea accesible y una fuente de crecimiento personal y cambio social.
