Yoga Sensible al Trauma: Un Camino de Sanación y Transformación
El yoga sensible al trauma es una práctica que ha ganado cada vez más atención en los últimos años. Combina la sabiduría milenaria del yoga con una comprensión profunda de los efectos del trauma en el cuerpo y la mente. En este artículo, exploraremos los orígenes de esta disciplina y los referentes clave que han contribuido a su desarrollo y popularización.
Los Orígenes del Yoga Sensible al Trauma
El yoga es una antigua disciplina que se originó en la India hace miles de años. Tradicionalmente, se ha utilizado como un medio para alcanzar la iluminación espiritual y la autorrealización. Sin embargo, en las últimas décadas, el yoga ha evolucionado y se ha adaptado para abordar las necesidades específicas de las personas que han experimentado traumas.
Uno de los precursores del yoga sensible al trauma es Bessel van der Kolk, un renombrado psiquiatra y autor de «El cuerpo lleva la cuenta». En este influyente libro, Van der Kolk explora cómo el trauma se almacena en el cuerpo y cómo el yoga puede ser una herramienta efectiva para liberar esa tensión acumulada. Su trabajo ha inspirado a muchos profesionales de la salud mental y instructores de yoga a explorar el poder del yoga en la recuperación del trauma.
Referentes Clave en el Desarrollo del Yoga Sensible al Trauma
David Emerson: Uno de los pioneros en la integración del yoga y el tratamiento del trauma es David Emerson. Fundador de la organización «Trauma Center en el Justice Resource Institute» en Boston, Emerson ha desarrollado un enfoque específico conocido como «Trauma-Sensitive Yoga» (Yoga Sensible al Trauma). Este enfoque se centra en la creación de un espacio seguro y en la adaptación de las posturas de yoga para evitar la reactivación de respuestas traumáticas. Sus investigaciones y programas han sido fundamentales en la promoción del yoga sensible al trauma en todo el mundo.
Brenda Feuerstein: Brenda Feuerstein es otra figura influyente en el campo del yoga sensible al trauma. Ella ha desarrollado el concepto de «Yoga para la Recuperación del Trauma» (Yoga for Trauma Recovery), que se basa en la comprensión de cómo el trauma afecta el sistema nervioso y cómo el yoga puede ayudar a restablecer el equilibrio. Su enfoque se centra en la autorregulación y la conexión mente-cuerpo.
Suzanne Manafort: Suzanne Manafort es una instructora de yoga con experiencia en la enseñanza de yoga para veteranos y personas que han experimentado traumas. Ella co-fundó la organización «Mindful Yoga Therapy» (Terapia de Yoga Consciente), que se centra en la utilización de técnicas de yoga para ayudar a las personas a recuperarse de traumas, especialmente en el contexto militar. Su trabajo ha sido fundamental en la difusión del yoga sensible al trauma entre los veteranos y sus familias.
Seane Corn: Seane Corn es una conocida instructora de yoga que ha utilizado su plataforma para abogar por la integración del yoga en el tratamiento del trauma y la justicia social. Su enfoque se basa en la conciencia y la compasión, y ha trabajado con sobrevivientes de traumas, así como en entornos de justicia social y comunitaria.
La Efectividad del Yoga Sensible al Trauma
La efectividad del yoga sensible al trauma se ha respaldado con una creciente cantidad de investigaciones científicas. Estudios han demostrado que la práctica regular de yoga puede reducir los síntomas del trastorno de estrés postraumático (TEPT), la ansiedad y la depresión. Además, el yoga sensible al trauma ha demostrado ser especialmente beneficioso para ayudar a las personas a recuperar la conexión con sus cuerpos y regular sus respuestas emocionales.
El yoga sensible al trauma representa una evolución significativa en la aplicación de las enseñanzas ancestrales del yoga en un contexto moderno. A través de la comprensión del impacto del trauma en el cuerpo y la mente, y con la guía de referentes clave en este campo, el yoga se ha convertido en una herramienta poderosa para sanar y transformar vidas. Al ofrecer un espacio seguro y una práctica adaptada, el yoga sensible al trauma brinda esperanza y empoderamiento a aquellos que buscan recuperarse de experiencias traumáticas.
Krystal Pérez Mercado, es profesora de Yoga Sin Fronteras, socióloga y facilitadora del yoga sensible al trauma por el Trauma Center Trauma–Sensitive Yoga (TCTSY).
Conoció acerca de esta modalidad cuando trabajaba con sobrevivientes de violencia doméstica y se interesó por buscar alternativas que atendieran “una brecha” que observaba en la atención que recibían para lograr su recuperación y luego confirmó en sus clases.
“Me di cuenta de que las mujeres llegaban a mis sesiones y no sentían su cuerpo. Yo les decía: si quieres puedes mover los hombros más rápido. Me contestaban: ‘no, es que yo no siento mis hombros’”, relata.
En el caso de su trabajo en prisiones, Krystal Pérez notaba cómo “hablaban un montón, necesitaban mover su cuerpo, sacudirse, hacer prácticas más dinámicas”. Otros, sin embargo, solo descansaban porque, según teoriza, las consecuencias del trauma a veces son tan fuertes que impiden el descanso. “No le puedes decir al sistema: relájate. Siempre le estás mandando adrenalina y cortisol y es agotador vivir así”, comenta.
Las sesiones de yoga sensible están basadas en movimientos del cuerpo y los principios del Hatha Yoga. Siempre comienzan con una exhortación a evaluar cómo se siente el cuerpo. Uno de los aspectos más importantes es lograr un ambiente de confianza y respeto para quien participa.
“La persona va a elegir las formas que desee hacer, puede cambiar de forma si así lo prefiere y el guía o instructor le enseñará a notar las sensaciones en el momento presente”, sostiene Pérez. “Se supone que la práctica no sea coercitiva. No hay órdenes, sino que se busca fortalecer la relación terapéutica. Hay formas, ejercicios de respiración y pausas. Es un espacio en el que vamos poco a poco conociendo el sistema nervioso”, añade.
Con la práctica consistente se busca fomentar la toma de decisiones, entender qué hace falta corporalmente para sanar, lo cual debería tener como consecuencia recuperar la sensación de seguridad.
“Es importante mencionar que no pudimos elegir el trauma. El trauma sucedió. Las circumstancias u otros decidieron que iba a pasar con mi cuerpo y mi sistema nervioso vivió consecuencias. Esto puede redundar en que mecanismos de adaptación toman el control de mi cuerpo”, sostiene Pérez.