«Antes de empezar a practicarlo, pensaba que el yoga era sólo blancos», afirma Amanda Guma, una de las 23 estudiantes de esta formación de profesores gratuita. 

Ciudad del Cabo (Sudáfrica) es un lugar injusto, con una desigualdad marcada todavía por la política del Apartheid, el sistema de segregación racial en Sudáfrica que estuvo en vigor hasta el 1992.  Heridas aún sin sanar, cicatrices de una sociedad todavía dividida. 

Tal vez por ello, el periódico matutino The Cape Times se hizo eco de nuestra formación para profesores en Sudáfrica, porque desafortunadamente el yoga es todavía «cosa de blancos». 

«Es difícil encontrar clases o estudios en los Townships, las áreas urbanas subdesarrolladas de la ciudad, donde viven personas negras o de color»-añade Amanda, quien conoció esta disciplina gracias al trabajo una ONG que acerca el baile y las terapias naturales a los habitantes de los suburbios. 

Yoga Sin Fronteras se propuso terminar con ésta dinámica ofreciendo, gracias al patrocinio de Sampoorna y con la colaboración de Health Warriors, una formación de profesores de yoga a 23 jóvenes en riesgo de exclusión social de la ciudad. 

El lugar elegido fue Langa, una de las muchas áreas designadas para los africanos negros en la era del Apartheid.